miércoles, 21 de diciembre de 2011

#libros #arquitectura | + | El Palacete de la Moncloa : su pasado y su presente

El Palacete de la Moncloa : su pasado y su presente / por Joaquín Ezquerra del Bayo
Palacio de la Presidencia, Madrid : 2009
68 p., LII lám.
Precede al tít. : Sociedad Española de Amigos del Arte
Reprod. facs. de la ed. de : Madrid : Espasa-Calpe, 1929

Materias:
Palacios -- Madrid (Comunidad Autónoma)
Eficicios presidenciales
Palacio de la Moncloa (Madrid)
Madrid.
Biblioteca Sbc Aprendizaje A-725.17 PAL
OPAC Millennium



Imagen: El País
Tres siglos de vida privada en La Moncloa
Un libro recorre desde sus orígenes hasta hoy los secretos del edificio presidencia.El predio procede del conde de Monclova, que lo adquirió en 1614. Desde 1977, con Adolfo Suárez, es la vivienda de los presidentes. Machado y Azaña, entre los asiduos que paseaban por los jardines. En sus estancias, hoy funcionales y sin lujos, pasó 14 años Felipe González.
Rafael Fraguas | El País, 2010-04-01

El cauce excavado durante milenios por las aguas del Manzanares en el Poniente de Madrid alza en el confín noroeste de la Ciudad Universitaria un mirador excepcional. Una veintena de metros separan la atalaya del lecho del río. En las mañanas de primavera, la vista desde allí se esparce mullidamente sobre las copas verdeoscuras de los árboles situados enfrente, en la Casa de Campo. Del río asciende una brisa que aroma la atmósfera y dialoga en lontananza con las cumbres de la sierra del Guadarrama, resplandecientes hoy por las nieves de días atrás. Tal es el escenario de un fragmento vivo de la historia de Madrid, el palacete de la Moncloa y sus jardines, que proceden del siglo XVII y albergan desde 1977, con Adolfo Suárez, la sede de Presidencia del Gobierno.

La belleza del paraje explica por qué uno de sus propietarios fuera el marqués del Carpio y Eliches, dueño de tesoros del arte universal como la Venus del espejo, de Diego Velázquez, o una Madonna de Rafael. El nombre del lugar procede del tercer conde de Monclova, que adquirió la heredad por venta real en 1614. Un libro recién publicado por Presidencia (en edición restringida), El palacete de la Moncloa, de Juan Antonio González Cárceles, cuenta la historia de este enclave, monumento nacional desde 1923. Por razones de seguridad es aún muy desconocido por el público.

Décadas atrás, sin embargo, entre 1930 y 1936, gracias a un tranvía de la línea 22 que procedía de Embajadores, este paraje único estuvo frecuentado por numerosos visitantes cautivados por la amenidad de siete jardines y el rumor de 14 fuentes. Entre los asiduos, el poeta Antonio Machado, que por las frondosas arboledas y los umbríos jardincillos se extasió de los sabores de un amor prohibido con Pilar Valderrama, Guiomar en sus poemas. Manuel Azaña, presidente de la República, confesó haber descubierto en las veredas, parterres y horizontes de La Moncloa la emoción del paisaje.

Un paisaje compartido y contemplado en épocas posteriores por invitados extranjeros de nombradía, como Haile Selassie, Negus de Etiopía; el sahanshar, rey de reyes persa Mohamed Reza Pahlevi; o Richard Nixon, presidente de los EE UU de América. Y ello porque el reinventado palacete de la Moncloa, que resultó completamente destruido durante la Guerra Civil por hallarse en primera línea del frente, fue reedificado en 1953 bajo la dictadura del general Franco para huéspedes de Estado.

Primero se concibió como residencia de su alteza el Jalifa de Marruecos, a la sazón semi colonia española. Quizá por ello la zona trasera del edificio se proyectó cubierta de numerosas celosías. La participación de tropas marroquíes en la contienda civil en el bando del dictador, también y precisamente en ese mismo enclave, permitiría explicar tal deferencia hacia el líder político-religioso del país vecino.

Así lo ideó en sus primeros bocetos el arquitecto Diego Méndez -870 grandes obras y proyectos, en su mayor parte encomiendas estatales, como el Valle de los Caídos-. En 1948 Méndez ideó para La Moncloa reconstruir un nuevo palacete inspirándose en la casita del Labrador de Aranjuez. Según sus propias anotaciones, la reconstrucción costó 20.255.394,86 pesetas de entonces, la dolorosa posguerra autárquica de Franco.

De estilo historicista, a base de ladrillo y piedra caliza, el edificio tiene hoy cubiertas empizarradas al modo escurialense; cuenta con dos plantas y otra abuhardillada, más sellos de caliza con relieves en los áticos; fachada con hornacinas y, bajo balcón abalaustrado para las banderas, cuatro fustes corintios de un atrio columnado que, tras cinco escalones, recibe al visitante y le adentra al palacio.

Su interior es hoy un recinto funcional, de muros gruesos, que alberga una vivienda distinguida sin grandes lujos, donde los muebles dominantes más visibles son alargados sofás de raso que sirven para escenificar las poses dialogadas del anfitrión y numerosos huéspedes. Felipe González paseó 14 años leyendo informes por sus estancias, donde también veía partidos de fútbol por televisión con un gran cigarro en la mano, entre muebles de cualquier vivienda burguesa.

Pero mucho tiempo atrás, cuando en 1789 heredara el palacio María del Pilar Teresa Cayetana, duquesa de Alba, y lo disfrutara durante dos décadas de fiestas y saraos, todo el palacio fue un canon de ornamentación neoclásica: decoración externa a base de pinturas clasicistas al temple y adornos interiores de estilo pompeyano; arañas de cristal de hasta 54 mecheros de luz; frescos de Vicente López; vistas napolitanas de Fernando Brambilla; comedores de sillas y mesas estilo imperio; vajillas de Limoges, cuberterías de plata maciza; claves de pluma, del constructor de pianos Flórez, de suave teclado; dormitorios de camas de caoba con dosel tapizado de raso entre paredes pintadas con escenas nocturnas; antealcobas con estampas diurnas... Incluso llegó a contar con una mantequería propia, situada en una zona soterrada de la fachada noroeste del palacete, frente a un jardín superior, de donde salían la mantequilla y los quesos que consumía la duquesa de Alba en su palacio de la calle del Barquillo.

Se cuenta que un hijo del primer presidente democrático inquilino de La Moncloa, Adolfo Suárez, mientras jugaba en el jardín, descubrió los muros de la vieja mantequería. Años después, el primer presidente socialista, Felipe González, convirtió la estancia en la famosa bodeguiya, escenario de encuentros amistosos con intelectuales, artistas y personalidades varias.

Todos los secretos ornamentales perdidos del viejo palacio desaparecido en la Guerra Civil han podido ser ahora descubiertos. Y ello gracias a la reedición de este libro, ilustrado con láminas, que reproduce en facsímil el elaborado en 1929 por encomienda del dictador Miguel Primo de Rivera a iniciativa de la Sociedad Española de Amigos del Arte, que restauró el palacio y sus jardines. Estos fueron previamente recobrados en 1922 a manos del paisajista y pintor sevillano Javier de Winthuysen, tras recibirlo muy deteriorado pese a haber sido el edificio habitado ocasionalmente por los presidentes Sagasta y Canalejas en el siglo XX.

A partir de 1868, fecha de la revolución antimonárquica llamada Gloriosa, y hasta el fin de la Guerra Civil en 1939, el palacio de la Moncloa y sus entonces 22 hectáreas de jardines, labrantíos y regadíos habían pertenecido al Estado, concretamente, al Ministerio de Fomento. Antes, fue un conjunto de propiedades, que incluía la finca y el palacio de La Florida, comprada por la Corona a diferentes aristócratas y unificada a comienzos del siglo XIX, concretamente en 1802, por el frenesí del monarca Carlos IV por dotarse de un corredor verde que le permitiera acceder sin interrupción por sus propiedades al palacio de El Pardo, histórico cazadero del pueblo -comunero- de Madrid hasta que en el arranque del siglo XVI lo perdiera ante las tropas de Carlos I, cuyo hijo Felipe II, lo convirtió en cazadero real.

Lo más singular del enclave de La Moncloa, donde residió 15 días de 1808 el duque de Berg, gobernador napoleónico de Madrid, es su accidentado relieve, ataludado hacia el río Manzanares. Hasta él descendía el llamado arroyo Cantarranas. El tumultuoso regato era salvado por un accidentado camino que fue transformado en 1933 en el puente del Aire por el ingeniero Eduardo Torroja. Tenía 18 metros de altura, 36 metros de luz y se soportaba sobre dos arcos gemelos. Por encima del puente cruzaba el tranvía. Torroja fue autor igualmente de otro puente cercano, llamado de los Quince Ojos, de 130 metros de longitud y 35 de anchura, hoy semienterrado, sobre el que cruza la carretera de A Coruña. Al ingeniero se debe además la estación de tranvía bajo el estadio edificado durante la construcción de la Ciudad Universitaria, a partir de 1931.

La dinamita acabó con el edificio en 1938
Los puentes de Torroja, en primera línea de fuego, resistieron la guerra

El complejo de La Moncloa alberga en la actualidad edificios de época y nueva construcción. Entre los últimos, el denominado de Semillas Selectas, hoy una de las sedes de Vicepresidencia del Gobierno. Posee una sala para el Seguimiento de Situaciones de Crisis y un refugio antinuclear.

Al estallar la Guerra Civil en 1936, antes de ser inaugurada la primera facultad de la Ciudad Universitaria, el palacio de La Moncloa fue escenario de feroces combates. El 20 de noviembre, tropas moras al servicio de Franco cruzaron el Manzanares y se instalaron en su contorno.

Según relata en el libro ahora publicado por Juan Antonio González Cárceles, arquitecto y profesor de Estructuras de la Escuela de Arquitectura de Madrid, “el 1º de marzo de 1938 dinamiteros republicanos colocaron una carga lineal de 10 toneladas de explosivos en las inmediaciones del palacio para detener el avance de las tropas de Franco”. La penetración fue truncada. Los partes de guerra de aquellos días definían así los estragos causados por la deflagración: “El monte se desplazó”.

Sin embargo, las tres grandes obras de ingeniería y arquitectura del ingeniero Eduardo Torroja quedaron indemnes. Hoy, no obstante, sólo son visibles unos pocos arcos del gran puente, tres huecos convertidos en almacenes del Ayuntamiento y de la Universidad Complutense.

La estación tranviaria quedó semienterrada y el Puente del Aire y el arroyo Cantarranas fueron sepultados al explanar el terreno adyacente del Instituto del Patrimonio Histórico, llamado La corona de espinas, construido por Fernando Higueras y Antonio Miró. La cubrición del arroyo desplazó las colonias de termitas del subsuelo. Desde entonces, protagonizan voraces acometidas.

Fuente
Tres siglos de vida privada en La Moncloa
Un libro recorre desde sus orígenes hasta hoy los secretos del edificio presidencia.El predio procede del conde de Monclova, que lo adquirió en 1614. Desde 1977, con Adolfo Suárez, es la vivienda de los presidentes. Machado y Azaña, entre los asiduos que paseaban por los jardines. En sus estancias, hoy funcionales y sin lujos, pasó 14 años Felipe González.
Rafael Fraguas | El País, 2010-04-01

[PDF] La recuperación del palacete : una intensa historia
Juan Antonio González Cáceres | Archivo Digital UPM

Se trata de un estudio introductorio para el facsímil recientemente editado del libro de Ezquerra del Bayo publicado en 1929, con motivo de la conclusión de las obras de restauración del palacete de la Moncloa, realizadas entonces por la Sociedad Española de Amigos del Arte. Dicha restauración representó la culminación de un sueño, el de un grupo de entusiastas que consiguió recuperar un edificio histórico entonces abandonado, para poderlo abrir al público como Museo. Con arduo esfuerzo realizaron el complejo trabajo de investigación histórica y artística. Fue un generoso esfuerzo dirigido a crear un lugar de especial belleza, acrecentada por su idílica situación, ya que el palacete estaba rodeado por hermosos jardines, que pocos años antes también habían sido restaurados. Se describe su historia desde en el siglo XVII, recordando su mejor época con la duquesa de Alba desde 1783 hasta 1802, en que es adquirido por Carlos IV para conformar el Real Sitio de La Florida y La Moncloa y, su posterior declive durante el siglo XIX. Se han documentado los bellos jardines existentes en esa época junto al palacete, así como las obras de Eduardo Torroja, realizadas con motivo de la construcción de la Ciudad Universitaria y hoy ocultas en sus proximidades: la estación del tranvía del stadium y el Puente del Aire. Los jardines eran entonces muy visitados; se ha confirmado la situación de la Fuente del Amor, testigo de los amores secretos de Antonio Machado y Guiomar. En la guerra civil el edificio fue destruido y se sabe poco de lo sucedido, sin embargo con la investigación ahora realizada se ha obtenido material fotográfico inédito y una película filmada durante la guerra en 1938 por el Servicio Nacional de Cinematografía del gobierno de Franco. Se han encontrado mapas militares de la época con la ubicación de túneles subterráneos y con las fechas de las explosiones de minas republicanas y la relación de daños causados. Finalmente se documentan las modificaciones realizadas en la zona después de la guerra y la reconstrucción del actual Palacio de la Moncloa.

Documentación
Nuevo libro de Mª Teresa Fernández Talaya: La MoncloaForo del viejo Madrid, 2011-03-21 y ss.
Enrique Villalba | Madridiario, 2011-03-18

Y además...
Un testigo privilegiado de la historia de España, la Moncloa
EFE | Diario de Navarra, 2011-12-20

En las entrañas de La Moncloa
Los Domingos de ABC revela los secretos mejor guardados por el recinto que pronto acogerá a su sexto inquilino
Blanca Torquemada | ABC, 2011-11-20

Y también...
[PDF] El Palacete de la Moncloa : su pasado y su presente / por Joaquín Ezquerra del Bayo
Madrid : [Fototípias de Hauser y Menet], 1929
30 p. : il. ; 30 cm
Note: Reproducció electrònica. Bellaterra : Universitat Autònoma de Barcelona. Servei de Biblioteques, 2011. Reproducció de l'original de la Biblioteca del Museu Nacional d'Art de Catalunya

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