sábado, 26 de septiembre de 2015

#monograficos #arquitectura | DPA 31 | Mitjans

Mitjans / [artículos de Félix Solaguren-Beascoa ... (et al.)].
UPC, Barcelona : 2015.
131 p. : il. bl. y n.
DPA, Documents de Projectes d'Arquitectura ; 31.

Arquitectura -- Siglo XX -- Cataluña.
Mitjans, Francesc, 1909-2006.
Sbc Aprendizaje A-72MITJANS MIT
http://millennium.ehu.es/record=b1821313~S1*spi
Ed. Open Access:
TEXTO COMPLETO | UPC
http://revista.dpa.upc.edu/ARCHIVO/DPA31/dpa31.html
TEXTO COMPLETO | UPCommons
http://upcommons.upc.edu/handle/2117/76906

En 1979, cuando Mitjans tiene 70 años, Oriol Bohigas lo incorpora como profesor de Proyectos Arquitectónicos en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, en un curso dedicado a la vivienda. Precisamente ese mismo año, el número 30-31 de la revista Arquitectura bis (septiembre-diciembre) empieza con un artículo de Bohigas: “Otra vez la arquitectura de los 40: Gracias y desgracias de los lenguajes clásicos en Barcelona”. Ese artículo recoge la labor de una generación de arquitectos barceloneses que marcaron profundamente las señas de identidad de la ciudad, en el período de la posguerra civil española. El espectro biográfico, que de ese grupo se establece, es generosamente amplio, ya que figura desde Josep Puig i Cadafalch (1867-1956), hasta Raimon Duran i Reynals (1895-1966) o Francesc Mitjans i Miró (1909-2006). Bohigas se refiere a “una arquitectura de raíz clásica que atravesando en zigzag las aventuras vanguardistas que van del Modernisme al GATPAC, tiene una continuidad en la Barcelona de la primera mitad del siglo”. En este ambiente, Mitjans es de los pocos que “empezaba a oscilar dubitativamente hacia una reintegración de la modernidad”.

Francesc Mitjans es considerado, por tanto, uno de los arquitectos representativos de la arquitectura de la posguerra española. Su práctica profesional se desarrolla principalmente en la Barcelona de 1950 y 1960. Su labor proyectual más significativa se centra en la vivienda plurifamiliar, con más de 100 proyectos, y obras emblemáticas como las viviendas en la calles Amigó (1940-43) o Mestre Nicolau (1950-57), y los edificios Tokio (1953-68) y SEIDA (1956-70). A los numerosos proyectos residenciales cabe sumar puntuales equipamientos y edificios turísticos, entre los que destacan el Camp Nou (1954-57), la torre de oficinas Banco Sabadell-Atlántico (1965-69), el Hotel Llorell en Tossa de Mar (1958-67) o el camping La Ballena Alegre en Viladecans (1958-70). A pesar de que su trabajo es conocido y respetado, no ha sido lo suficientemente divulgado. Por este motivo, este número intenta cubrir este vacío editorial, revisitando algunas obras emblemáticas, planteando nuevos puntos de vista y recogiendo algunas piezas jamás abordadas en los estudios precedentes.

Su obra se puede dividir en dos claras etapas. En la primera, de estilo clasicista, ya se exponen conceptos compositivos que mantendrá a lo largo de su dilatada carrera, centrados en la proporción y en la escala. En el campo de la vivienda, las plantas típicas del Eixample son revisadas. Bohigas las califica como una arquitectura “planchada” de evidente buen gusto y de eficacia urbana. Son resultados próximos a la estética compositiva británica o estadounidense basados en la obra de Charles Platt o de McKim Mead & White, y que encontró en Durán i Reynals a su máximo exponente barcelonés. Esta actitud evoluciona progresivamente en una segunda etapa que desemboca en un debate próximo a la modernidad, mediante propuestas modélicas bien conocidas en el ámbito local y no tanto en el internacional. La bidimensionalidad de las fachadas iniciales se abandona en favor de una mayor profundidad, una quinta crujía que mejora la calidad ambiental y ayuda a regular la incidencia solar a partir de elementos propios de la tradición mediterránea. Por otro lado, las rígidas plantas académicas del Eixample se diseñan según criterios compositivos diagonales que aún así mantienen la identidad de las estancias estableciendo una relación entre ellas mucho más intensa.

Cabe señalar, sin embargo, que la domesticidad que imprime a sus edificios, no sólo en las viviendas, no los limita en su consideración urbana. Se podría afirmar que proyecta de dentro hacia fuera, desde la cotidianidad doméstica hasta las condiciones propias del lugar. Cualquier proyecto es una oportunidad para construir un espacio interior pensado para ser vivido y a la vez que enriquezca el espacio exterior en el cual se inserta. Así pues, es habitual que todas sus propuestas obedezcan a cuidadas secuencias de acceso, con espacios de transición entre la calle y el edificio que generalmente se prolongan en unas plantas bajas en las que se atiende a la posición de las escaleras y los ascensores, así como al diseño de todos los elementos en contacto con los usuarios. Como ocurre siempre con la buena arquitectura, su obra se convierte en una lección en todas las escalas y ámbitos.

DPA agradece a Félix Solaguren-Beascoa las aportaciones realizadas para el enfoque de esta monografía, derivadas de su conocimiento sobre la obra y el archivo de Mitjans.

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