miércoles, 13 de abril de 2016

#revistas #arquitectura | Arquitectura viva 182 | Patrimonio industrial

Arquitectura viva.
Arquitectura viva, Madrid : 1988-
11 números al año.
ISBN 0214-1256

Arquitectura -- Publicaciones periódicas.
Sbc Aprendizaje | Revistas
http://millennium.ehu.es/record=b1654790~S1*spi
N. 182 (2016 Marzo). Ejemplar dedicado a: Patrimonio industrial = Industrial heritage.
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/ Construcciones industriales – Rehabilitación / Patrimonio – Conservación y restauración

Amnesia y memoria. Las sucesivas revoluciones industriales que tuvieron lugar entre el siglo XVIII y el XX han dejado su huella sobre las ciudades contemporáneas a través de un vasto conjunto de construcciones industriales valiosas, tanto por los esfuerzos materiales y económicos invertidos en ellas como por su aportación a la memoria colectiva de aquellos lugares donde se emplazan. Miguel Ángel Álvarez Areces plantea la problemática asociada a la protección de un patrimonio aún poco valorado, y da cuenta de sus características en un artículo lleno de ejemplos internacionales y referencias a España. El texto se acompaña de una selección de cinco obras, que se sitúan a lo largo de un itinerario que va desde las islas portuguesas de las Azores hasta la ciudad polaca de Katowice: en la isla de San Miguel, Menos é Máis transforma una vieja factoría de tabaco en un centro de arte; en Auch (Francia), ADH Architectes convierten una instalación militar en un taller circense; en Genk (Bélgica), 51N4E rehabilitan una mina de carbón abandonada; en Zúrich (Suiza), E2A Architects erigen una torre residencial sobre un almacén de una fábrica textil; por último, Riegler Riewe reutiliza un complejo minero en Katowice para albergar el Museo Silesiano de la ciudad.

En la sección de Arte / Cultura Francisco Javier San Martín realiza un recorrido por la obra del artista conceptual Isidoro Valcárcel Medina, galardonado con el Premio Velázquez de Artes Plásticas 2015; y Julia Ramírez repasa la trayectoria de la recientemente desaparecida Elena Asins, pionera en la exploración de las posibilidades plásticas asociadas a las nuevas tecnologías.

Además, el dossier técnico de la revista se dedica a las estructuras ramificadas, uno de los sistemas estructurales inspirados por la naturaleza más recurrentes en la arquitectura contemporánea. El ingeniero Alejandro Bernabeu explica las diferencias entre el comportamiento resistente de los árboles y las estructuras ramificadas en un artículo que se acompaña con tres edificios en los que este sistema cobra protagonismo: la bodega Château Margaux que Norman Foster ha rehabilitado y ampliado en Burdeos; el pabellón experimental que OPEN Architecture ha levantado en Guangzhou utilizando su sistema modular HEX-SYS; y la estación ferroviaria Casa-Port erigida por AREP en Casablanca.

Patrimonio industrial / Luis Fernández-Galiano

Inmersos en la Tercera Revolución Industrial, necesitamos no olvidar la Segunda y la Primera. En el tránsito entre los siglos XVIII y XIX, Europa fue teatro de una colosal mutación técnica y social, la mayor experimentada por la humanidad desde el Neolítico, que condujo desde una economía agrícola y rural a otra industrial y urbana, impulsada por el carbón, la máquina de vapor y el ferrocarril, y a esta transformación hemos convenido en llamar Primera Revolución Industrial. El siguiente cambio radical tendría lugar en la coyuntura entre los siglos XIX y XX, afectaría a un ámbito geográfico mucho más amplio, y de nuevo modificaría la estructura económica y la vida cotidiana bajo el impacto del petróleo, la electricidad y el automóvil, vectores de la denominada Segunda Revolución Industrial. Hoy estamos viviendo una nueva mudanza, gestada a caballo de los siglos XX y XXI, y basada en el doble pilar de las energías renovables y los medios y herramientas digitales, otra transformación histórica para la que se ha acuñado el nombre de Tercera Revolución Industrial, término que emplea el Parlamento Europeo y que el escritor y activista Jeremy Rifkin describe como la combinación de Internet, la electricidad verde y la impresión 3-D con la conocida como ‘economía distribuida’, una forma sostenible de capitalismo que se describe como la organización en red de empresas pequeñas y medias, y que parece ser más eficaz para estimular la innovación que la economía centralizada o la descentralizada inconexa.

El patrimonio industrial es una herramienta material para recordar las mutaciones históricas que nos han hecho lo que somos, y sin cuyo concurso las transformaciones técnicas, económicas y sociales resultan ininteligibles. Al mismo tiempo, los edificios y paisajes que fueron producto y escenario de ese cambio son valiosas estructuras físicas y territoriales donde se acumulan los materiales, la energía y el esfuerzo humano que los hizo posibles, por lo que su conservación o reciclaje para nuevos usos no es sino un razonable imperativo ecológico. Depósitos de la memoria colectiva, y depósitos también de trabajo y talento, los restos construidos de las revoluciones industriales merecen conservarse como parte esencial de nuestro patrimonio mental y material. Pero al igual que la memoria de los hechos más trágicos de nuestro pasado común debe templarse por una voluntad de reconciliación que exige la amnistía de la amnesia, la memoria de los logros más sobresalientes de nuestra historia técnica e industrial no debe excluir prescindir de ellos cuando su pervivencia física constriñe las transformaciones exigidas por el cambio social, evitando el síndrome de ‘Funes el memorioso’, el personaje de Borges cuya infinita capacidad de recordar condena a la inmovilidad. Discriminar entre lo que merece recordarse y lo que puede olvidarse, entre lo que debe conservarse y lo que puede desaparecer, es una tarea difícil y arriesgada, pero también un desafío imprescindible para las sociedades de la Tercera Revolución Industrial.

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